La "alfombra roja" de Hofesh Shechter: el Palacio Garnier se tiñe de rojo

La noche ha terminado, los invitados se han marchado. Bueno, casi todos. Trece rezagados juegan a la prórroga. Con sus trajes de lentejuelas, donde lo kitsch rivaliza con lo chic, se lanzan a un intenso y compacto baile colectivo, cuyas figuras evocan espectáculos de variedades revisitados por alguna gimnasta sobreexcitada. La fantástica iluminación de Tom Visser esculpe la escenografía con una simplicidad imponente y grandiosa: pesados telones de ópera en perfecta armonía con el decorado y una imponente lámpara de araña que desciende de las braguetas. Y, al fondo, cuatro instrumentistas de esmoquin, como en los clubes de lujo donde los fiesteros acuden a emborracharse con los decibelios.
La Croıx